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URGENTE: Los matones del patio en 2012; la debilidad de la fuerza bruta 27 octubre, 2013

Posted by Domingo in Relaciones Internacionales.
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Buque de Proyección Estratégica Juan Carlos I. Fuente: Wikipedia (http://commons.wikimedia.org/wiki/File:08.05.11_Las_Palmas_001.JPG)

Buque de Proyección Estratégica Juan Carlos I. Fuente: Wikipedia (http://commons.wikimedia.org/wiki/File:08.05.11_Las_Palmas_001.JPG)

Hace unas semanas, mientras limpiaba algunas carpetas de mi ordenador, tropecé con la Base de Datos de Gastos Militares publicada este año por el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), que debí descargar en algún momento, pero que ya había olvidado. Suele ser una fuente muy empleada por los analistas de relaciones internacionales, que la consideran bastante fiable, pese a que muchos estados ocultan o enmascaran una parte de sus gastos armamentísticos.

Esa base de datos ofrece información sobre diversas variables de casi todos los países del mundo. Pero la más interesante quizás sea la proporción del PIB que representaron los gatos militares en 2012. Este dato refleja, bastante mejor que la inversión bruta, el esfuerzo real que hicieron los gobiernos en sus gastos “de defensa”: no se trata de saber quién gasta más, sino a quién le supone un mayor sacrificio. Por ello he seleccionado finalmente aquellos países cuyos gastos militares supusieron más de un 3% de su PIB (o lo rondaron muy de cerca). Se trata de un límite arbitrario, pero suficientemente significativo.

Aunque hay “esforzados belicistas” en casi todos los continentes, su distribución es muy desigual. La base de datos del SIPRI señala con bastante exactitud los puntos geopolíticos más calientes del planeta. Así, de los veintiséis estados seleccionados, nueve (un 34%) se localizan en Oriente Medio, y cuatro de ellos se sitúan entre los cinco “matones más sacrificados”. Otros ocho (un 31%) se encuentran en África, especialmente central y septentrional. Y, finalmente, tres (un 11%) se hallan en el Cáucaso.

El dominio de los recursos naturales del planeta entero es el telón de fondo general que da sentido al esfuerzo armamentístico en África y Oriente Medio. Y entre esos recursos sobresale el petróleo: cuatro de los cinco matones empedernidos son productores de esa fuente de energía. No obstante, también se hacen visibles los conflictos territoriales del Cáucaso provocados tras la desintegración de la URSS, aunque allí subyace igualmente el control de los recursos como el principal factor de inestabilidad. Y, más allá, asoma la pugna por la hegemonía mundial. Por eso los Estados Unidos de Norteamérica y la Federación Rusa asimismo despuntan entre estos matones de patio: sus gastos militares supusieron un 4,4% de sus respectivos PIBs.

MatonesPatioEn cualquier caso, todo este esfuerzo se cobra un precio. A nivel global es simplemente inaceptable: con el gasto militar de un solo año se podría avanzar once años en el logro de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas y acabar de un plumazo con la toda la pobreza y el hambre en el mundo. A nivel particular, la gran mayoría de esos veintiséis países también paga un precio por su exhibición de fuerza bruta, y paradójicamente es un factor de debilidad.

Cada curso suelo emplear con mis alumnos el Informe sobre Desarrollo Humano, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este informe anual ha recibido algunas críticas “por la izquierda”, porque según esas opiniones está minimizando la desigualdad. Pero, de todos modos, constituye una fuente de información suficientemente sólida para abordar los problemas relativos al desarrollo a nivel mundial, regional, o nacional. Por eso me pareció muy oportuno cotejar la posición de nuestros “esforzados matones de patio” en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), pero también la pérdida de posición en ese índice global en contraste con su IDH ajustado a la desigualdad, otra de las múltiples variables que incluye el PNUD en su informe.

En primera instancia, el desarrollo humano no aparenta ser un precio visible del esfuerzo militarista. La mitad de los veintiséis países posee un desarrollo humano alto, y el 11,5% muy alto. Y tan sólo una cuarta parte presenta un desarrollo medio o bajo. Sin embargo, la desigualdad social, la falla entre los ciudadanos más ricos y los más pobres, aumenta espectacularmente con los gastos militares, especialmente entre los estados de menor desarrollo. Pero asimismo lo hace entre los más desarrollados, como los estados Unidos de Norteamérica (con una pérdida de posición en su IDH del 12,4%), o Israel (un 12,5%).

Únicamente cuatro países escapan a este fenómeno: su IDH ajustado a la desigualdad es superior a su IDH global. El resto no puede ocultar su Talón de Aquiles: el cultivo de la fuerza bruta alimenta la desigualdad. Y eso los hace necesaria y particularmente vulnerables.