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URGENTE: Josep Borrell, otra amenaza para Europa 11 May, 2024

Posted by Domingo in Relaciones Internacionales, Soberanía.
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Fuente: https://commons.m.wikimedia.org/wiki/File:Josep_Borrell_%26_Oleg_Kiper,_2023.jpg

Hace unos días Josep Borrell ha declarado públicamente en un centro de estudios de la Universidad de Oxford que Rusia es el mayor riesgo existencial para Europa. Con ello persiste en su retórica belicista. Pero merece la pena detenerse en el significado de esa afirmación aunque sólo sea en unas pocas líneas. Borrell ha afirmado sin despeinarse que la Federación Rusa quiere y puede destruir Europa. Así, según el Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el Kremlin no sólo mantendría ese propósito sino que también dispondría de los medios suficientes para llevarlo a cabo.

En cuanto a sus recursos militares, es cierto que Rusia cuenta con unas fuerzas armadas muy poderosas. Sin embargo, la experiencia de la invasión de Ucrania está evidenciando sus enormes dificultades para lograr una victoria más o menos rápida sobre un enemigo claramente inferior. Ciertamente el respaldo masivo de Occidente a Ucrania en información, entrenamiento, dinero y armas de todo tipo (al menos desde 2014) está aumentando tales dificultades. Pero basta recordar la retirada estadounidense (y de sus aliados) de Afganistán en 2021 tras dos décadas de ocupación y guerra para comprender que una victoria absoluta es ya prácticamente imposible por muy desiguales que sean las capacidades de ambos beligerantes. Por tanto, la destrucción de Europa, con una mayoría de Estados miembros de la OTAN, es simplemente imposible, al menos con medios convencionales.

¿Están dispuestos los dirigentes rusos a emplear masivamente su arsenal nuclear para aniquilar Europa? Su doctrina nuclear únicamente considera esa posibilidad en el caso de que, asimismo, exista una amenaza existencial para Rusia. ¿Está dispuesta la OTAN a destruirla? Hasta la aniquilación, no. Pero sí se ha propuesto debilitarla y desmembrarla, como han repetido muchos dirigentes estadounidenses. Ésa era inicialmente la función de la guerra de Ucrania. Pero un ataque nuclear de Moscú contra Europa sin que medie esa amenaza existencial es imposible, porque supondría igualmente la destrucción de Rusia: además de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña también cuentan con armamento nuclear.

¿Pero existe en Moscú la voluntad de aniquilar Europa? En el pasado nunca existió y menos aún en el presente. Las relaciones de mutua dependencia son tan consistentes que ni la invasión de Ucrania, ni las interminables sanciones unilaterales contra Rusia han conseguido diluirlas por completo. Y un ejemplo es suficiente. A mediados de 2023 las importaciones europeas de gas natural licuado (GNL) ruso habían aumentado un 39,5% con respecto a 2021. Y tres países europeos se situaron entre los cinco primeros compradores globales: España (el segundo), Bélgica (el tercero) y Francia (el quinto). El 52% de las exportaciones rusas de GNL entre enero y julio de 2023 se dirigieron a la UE. Por tanto, la hipocresía de Borrell, conocedor de estos datos, tiene menos límites que las compras europeas de GNL ruso.

A nadie se le oculta, y a Borrell menos todavía, que la guerra de Ucrania ha servido a Estados Unidos para debilitar y subordinar a Europa económicamente. Un hito muy relevante de ese proceso fue la voladura de los gasoductos Nord Stream por fuerzas estadounidenses en septiembre de 2022, algo que había anunciado el propio Biden 20 días antes de la invasión de Ucrania y que se había planificado desde diciembre de 2021. A ello se debe añadir el plan de la Casa Blanca para atraer grandes empresas industriales europeas a suelo norteamericano, si bien la UE respondió enseguida con un proyecto muy similar, incluso en el volumen de dinero que se invertiría en él. Borrell también sabe que Donald Trump fue un entusiasta valedor del Brexit y que Biden, aunque no lo apoyó explícitamente, considera al Reino Unido un socio privilegiado frente al resto de Europa. Y seguro que tampoco ha olvidado el que se joda la UE de Victoria Nuland durante el golpe del Euromaidán en 2014 bajo el mandato de Obama. Tras la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos fue uno de los principales impulsores de la integración europea. Sin embargo, los anteriores ejemplos revelan en qué medida el compromiso histórico de la Casa Blanca con ella tiene unos límites muy precisos: sus propios intereses nacionales como potencia hegemónica.

Además, Washington igualmente ha debilitado y sometido todavía más a sus intereses la política exterior europea. Antes de la invasión de Ucrania ya había conseguido que sus socios trasatlánticos declararan a Rusia una amenaza para Occidente. Pero también a China, que es la primera fuente de las importaciones de la UE. Aunque el caso más infame, y con mucha diferencia, es la pasividad cómplice europea con el genocidio que está perpetrando Israel contra el pueblo palestino con el respaldo militar y diplomático estadounidense. Y las declaraciones de Borrell sobre el asunto son sólo palabras huecas mientras la UE no dé un paso concreto y efectivo para terminar con esa masacre.

Ese sometimiento a los intereses de Washington tiene su correlato en la ocupación militar del territorio europeo por fuerzas estadounidenses. En 2022, tres décadas después de la disolución del Pacto de Varsovia, el Pentágono aún mantenía desplegados 80.000 soldados en Europa (incrementados después hasta 100.000) distribuidos en al menos 275 bases e instalaciones. Y en 2014, antes del Euromaidán, eran 65.000. No es necesario dudar de su función defensiva, aunque es lícito preguntarse frente a qué amenaza. Tampoco se puede negar que esos efectivos han supuesto un obstáculo para la formación de unas fuerzas armadas unificadas europeas. Y sin duda constituyen igualmente un poderoso instrumento coercitivo para cualquier país que democráticamente pudiera impugnar el sometimiento de sus relaciones internacionales a los dictados de la Casa Blanca. El espionaje estadounidense a diversos dirigentes europeos entre 2012 y 2014 (Angela Merkel fue una de ellos) manifiesta claramente en qué medida esa posibilidad inquieta bastante a las élites de Washington.

Puede que Estados Unidos no constituya exactamente un peligro existencial para Europa (aunque una encuesta mundial de 2013 lo señalaba como la principal amenaza para la paz mundial). Pero, sin duda alguna, es muy mal amigo. Y eso también lo sabe Josep Borrell, quien se ha convertido en otro riesgo para Europa.

Domingo Marrero Urbín

(Colaborador de O Olho da História entre 2005 y 2018)

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