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URGENTE: ¿Rusia invadirá Europa? 5 febrero, 2024

Posted by Domingo in Relaciones Internacionales.
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Varios años antes de comenzar la invasión rusa de Ucrania diversos medios especularon con la posibilidad de que Rusia atacase a algunos países europeos miembros de la OTAN. Ahora que la derrota final ucraniana parece más próxima (debido al corte de suministros bélicos estadounidenses y a las crecientes dificultades de Kiev para reclutar nuevos combatientes) ese espantajo ha vuelto a asomar en varios medios de comunicación de la mano de distintos responsables políticos y militares europeos entre los que destaca el mismo Zelenski. Según esos agoreros, los países bálticos, Polonia, o Alemania serían candidatos a sufrir una futurible agresión de Moscú. Al fin y al cabo sus advertencias son coherentes con el relato occidental sobre las ambiciones imperialistas de Vladimir Putin para explicar todo lo sucedido desde el 24 de febrero de 2022. Y también están en consonancia con la ocultación sistemática de las auténticas razones del Kremlin para actuar como lo hizo aquel fatídico día.

Sin embargo, tal amenaza es pura fantasía si se contrasta con varios hechos incontestables. En primer lugar, los dirigentes rusos están comprobando las enormes dificultades (y el doloroso número de bajas entre sus fuerzas armadas) que les está suponiendo someter militarmente a Ucrania. ¿Cuál sería el coste de agredir a Polonia o Alemania, es decir, a la OTAN? Evidentemente, y en segundo lugar, significaría el inicio de una confrontación muy probablemente nuclear y en cualquier caso devastadora: la ruina para todo el planeta y especialmente para Europa. Algo que, en tercer lugar, no le interesa en absoluto a Moscú. A pesar de todas las sanciones el gas natural licuado ruso sigue consumiéndose en el “viejo continente”, cuyas empresas energéticas destinaron varios miles de millones de euros a su importación en 2023. De hecho, el pasado año esas adquisiciones fueron un 40% superiores a las previas a la invasión de Ucrania y en el caso español batieron un récord histórico: Bélgica y España fueron sus principales compradores mundiales detrás tan sólo de China. ¿Quién querría matar la gallina de los huevos de oro? El Kremlin seguro que no.

Esa amenaza fantasma rusa se explica bastante mejor por la imperiosa exigencia ucraniana de seguir recibiendo apoyo militar occidental. Y también por la necesidad de muchos gobiernos europeos de justificar, no tanto una futura ayuda, sino la que ya han prestado. Un respaldo que sólo ha servido para prolongar la agonía del régimen de Kiev y de los ucranianos y ucranianas, como advirtieron en su momento varios altos mandos militares europeos. Y, por supuesto, también sirve para avalar un notable aumento de los gastos militares. Se está desarrollando una nueva carrera armamentista que beneficia a la industria bélica estadounidense más que a ninguna otra, justo cuando el servilismo de Bruselas con Washington está provocando una crisis económica en Europa que demanda más gastos sociales.

No obstante, la hipótesis más descabellada para explicar el espantajo del peligro ruso es que, en realidad, la OTAN se haya propuesto incitar al Kremlin a perpetrar efectivamente una agresión contra alguno de sus miembros europeos: pronto movilizará 90.000 soldados para efectuar unas maniobras muy cerca de las fronteras rusas. Sería la misma jugada que provocó la invasión de Ucrania. Ello supondría la materialización del peor de los escenarios. Pero la irracionalidad de los dirigentes estadounidenses y de sus vasallos europeos está suficientemente contrastada por su papel en el conflicto ucraniano y, más aún, por su actual apoyo al Estado genocida de Israel.

En ese supuesto sólo cabe esperar que los actuales dirigentes rusos exhiban la misma cordura que sus predecesores soviéticos durante la crisis de los misiles, nunca bien contada por la propaganda cinematográfica estadounidense y muy pocas veces por los grandes medios occidentales incluso en la actualidad. No comenzó realmente a mediados de 1962 cuando la URSS instaló misiles nucleares en Cuba, sino en 1958 con el despliegue proyectiles atómicos norteamericanos en Turquía. Y no concluyó con la retirada de Cuba de las armas nucleares soviéticas en noviembre de 1962, sino un año después con el desmantelamiento de sus homólogas estadounidenses en Turquía. Todo eso fue posible gracias a un acuerdo que se mantuvo en secreto hasta 1989. ¿A quién interesaba más esa ocultación?

Finalmente también cabe esperar que, por todo lo anterior, la ciudadanía europea sepa identificar cuál es la principal amenaza para su seguridad. Y la constatación de quiénes son los principales enemigos del pueblo palestino está contribuyendo a ello en buena medida.

Domingo Marrero Urbín

(Colaborador de O Olho da História entre 2005 y 2018)

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